Por Leonardo A. Racedo (IPaHC)
A partir de 1982, esta fecha pasó a tener otra significancia en el sentir de los argentinos. Pero hasta entonces, cada vez que el calendario marcaba este día, se lo relacionaba a las luchas internas dentro de las Fuerzas Armadas que dirimían sus ideales de poder en sangrientos enfrentamientos internos, pasando a ser recordados por la historia como “azules y colorados”.
La presidencia de José María Guido (1962-1963) se caracterizó por estar jaqueada constantemente por disputas entre los altos mandos militares. Es bueno aclarar que en aquellos años la influencia militar tenía mucho peso en las decisiones políticas de los gobiernos tanto de facto como democráticos. Fue por entonces que entre septiembre y diciembre de 1962 los problemas internos del Ejército y la Fuerza Aérea se dirimieron entre dos bandos: azules o legalistas (antiperonista pero respetuosos del gobierno constitucional, y los rebeldes o colorados (de un cerrado antiperonismo). Si bien ambos bandos coincidían en no querer el retorno del ex presidente Juan Domingo Perón, depuesto en 1955, cada uno tenía y pensaba de manera distinta las formas de cómo llevarlo a cabo.
Resueltas estas formas en combates y guerras de posiciones a favor del bando azul, a principio de abril de 1963 fue el turno de la Marina de Guerra que, si bien siempre fue “colorada”, su espíritu de cuerpo la llevó a enfrentarse contra las ideas azules del Ejército y la Aeronáutica. El detonante fue el nombramiento de ministros que el bando colorado no aceptaba y, según sus opiniones, hasta favorecían un retorno del peronismo al gobierno.
El 2 de abril de 1963 por la madrugada, comenzó la sublevación difundiéndose por radio la proclama revolucionaria. La Marina se refería al doctor Guido como: “…el Presidente de la Cámara de Senadores, que ocupaba tal cargo en ejercicio del Poder Ejecutivo”. Agregaba que esa administración era: “Fraudulenta y anárquica, inconstitucional e ilegal, sin sentido moral ni de Patria, huérfano de opinión. Cuyo sistema era la mentira, la corrupción, el peculado y el soborno, a fin de llevar adelante sus inconfesables propósitos antinacionales”. Prácticamente con toda la Armada al frente del mismo y junto con un sector del Ejército que, pese a la purga del año anterior, se declaró colorado el general (R) Benjamín Menéndez fue elegido como jefe de los revolucionarios. Para muchos analistas poner al frente a este general de 79 años fue un gran error de los marinos revolucionarios, ya que su figura, si bien era respetada en el ambiente castrense, estaba asociada a la imagen de un eterno y anacrónico conspirador. Agustín P. Justo, Roberto Ortiz, Ramón S. Castillo, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi habían padecido sus conjuras y darle la jefatura del movimiento fue como restarle seriedad al mismo.
La Base Aeronaval de Punta Indio (BAPI) dio el golpe inicial bombardeando el Regimiento de tanques Nº8 de Magdalena causando severos destrozos, 24 heridos y 9 muertos en sus instalaciones.
Al despuntar el sol aquella mañana, en La Matanza, y ante la situación “de emergencia”, el Regimiento Nº3 de Infantería Motorizado “General Belgrano” salió del cuartel y formó sus tropas sobre la avenida Crovara dispuestos a marchar según los acontecimientos.
Recibe la orden de tomar la Planta Transmisora de Radio Argentina que fue cumplida, aunque al llegar recibió un ataque aéreo que inutilizó varios vehículos, sin sufrir bajas en el personal. Cumplida la misión, las tropas retornaron a La Matanza.
Al mediodía, el Regimiento de Infantería 3 de La Tablada, recibe las órdenes de Campo de Mayo para que se ponga bajo las órdenes directas del general Alejandro Agustín Lanusse del lado azul.
Mientras se sucedían las internas castrenses entre Campo de Mayo y La Tablada, el grueso de las tropas del Regimiento matancero continuaba encolumnada sobre la avenida Crovara listas para entrar en acción. Al parecer, la negativa de marchar hacia el bando leal al presidente Guido por parte de algunos oficiales, llevó a muchos de ellos a ser reemplazados. Horas más tarde, atravesando el partido de La Matanza, llega al Regimiento 3 el general Lanusse con varios oficiales para hacerse cargo de los Comandos acéfalos.
A las 18 horas del 2 de abril de 1963 con todo definido, el teniente coronel García Sanabria, inicia la marcha con la misión de atacar la Base Aeronaval de Punta Indio comandada por el capitán de navío Santiago Sabarots, uno de los pilotos que en 1955 bombardeara Plaza de Mayo. Los esperaban en el camino hacia el objetivo el coronel López Aufranc, “El zorro de Magdalena” y sus “8 de tanque”, deseosos de venganza.
Luego de reabastecerse en La Plata, el 3 de abril de 1963, las tropas legalistas continuaron su marcha siendo las mismas atacadas por incursiones aéreas coloradas. En el operativo militar, los azules demostraron una clara superioridad de fuerza y de táctica entrando a sangre y fuego sobre la base aeronaval colorada, que fue arrollada.
Los marinos de Sabarots fueron sorprendidos por la maniobra pergeñada por lo la Fuerza Aérea, ya que hasta hacia minutos antes eran del mismo bando. Poco duraron sus esperanzas de éxito, y así lo entendió el comandante que ordenó a sus oficiales evacuar el lugar. En horas de la tarde la Base de Punta Indio cayó definitivamente en manos de los legalistas. El brutal enfrentamiento dejo un total de 24 muertos y 87 heridos en ambos bandos. Luego de los combates, el Regimiento de Infantería 3 permaneció ocupando la BAPI hasta el 17 de junio.
Al cumplirse un año del derrocamiento del ex presidente Arturo Frondizi las Fuerzas Armadas habían padecido extenuantes desgarramientos internos entre ellas y con la caída de su gobierno constitucional, se habían desatado todos los demonios sobre un azorado país que solo aspiraba a vivir en paz.