Este martes, miles de fieles se congregaron en la Catedral de San Justo para rendir homenaje al Papa Francisco, cuyo legado de cercanía y apertura resonó profundamente en la comunidad matancera.
Las calles de San Justo se convirtieron en escenario de una peregrinación popular, donde el sentimiento de orfandad se mezcló con el agradecimiento al Sumo Pontífice, quien supo tener una presencia muy importante en la comunidad local.
La misa, oficiada por el obispo de San Justo, Eduardo García, se transformó en una sentida despedida, donde el recuerdo de Francisco se entrelazó con la esperanza de que su mensaje perdure. “Hoy rezamos y agradecemos”, expresó Monseñor García, reflejando el sentir de una comunidad que se sintió acompañada y escuchada por el pontífice argentino.
Desde el Santuario Virgen de Caacupé en Ciudad Evita, vecinos de barrios populares iniciaron una peregrinación hasta la Catedral, guiados por el Padre “Tano” Angelotti. El camino fue un testimonio del vínculo profundo que Francisco construyó con La Matanza, un lazo que se remonta a sus años como arzobispo y cardenal. “Se fue un padre y un pastor, es importante este encuentro para rezar por él. El Señor le premiará todos esos gestos de amor en bien de los pobres y marginados. Francisco fue un hombre que predicó y practicó la caridad”, compartieron sacerdotes matanceros, resaltando su compromiso con los más necesitados.
Monseñor García, amigo personal de Francisco, compartió el sentimiento de pérdida que embarga a la diócesis. “La partida es inevitable, pero tenemos un sentimiento de orfandad”, expresó, recordando la calidez y cercanía del Papa. Destacó su capacidad para conectar con la gente, una cualidad que se manifestó con fuerza durante su papado. “Francisco abrió la Iglesia para escuchar los clamores del mundo. No se quedó encerrado en el Vaticano”, afirmó.
El obispo resaltó el legado de Francisco como un líder que abrió caminos para una Iglesia más inclusiva y comprometida con la realidad. “Son los gestos humanos los que hacen que la convivencia sea más humana. Él abogaba por esto y eso es lo que hay que rescatar. Le puso el cuerpo a la realidad”, enfatizó.
La relación entre Monseñor García y Francisco se extendió por más de tres décadas, desde sus años de trabajo conjunto en Buenos Aires hasta sus encuentros en Roma. “Más allá de ser el Papa, era mi amigo“, compartió García, quien no participará de la misa exequial en Roma, optando por rezar con su comunidad en San Justo.
“Hay caminos que se inician y no se puede volver atrás: necesitamos seguir creciendo en esta línea. Si no lo hacemos, estaríamos traicionando la misión de la Iglesia y transformando el querer de Dios en una ideología política”, concluyó Monseñor García, expresando el anhelo de que el legado de Francisco inspire a las futuras generaciones de la Iglesia y encuentre una continuidad en el próximo Papa.